No hay nada como quererse a sí mismo. Amar es un arte decía Erich Fromm y como cualquier expresión artística es versátil en su manifestación y expresión. Un arte que comparte lo más íntimo de cada ser, de forma única. Maneras de amarme, maneras de amarte, maneras de amarnos…
Querernos a nosotros mismos es el primer paso para poder compartir el amor con la persona que tenemos delante. No se trata de un amor egocéntrico como en el relato mitológico de Narciso, personaje enamorado de su propia imagen. Hablamos de un amor desde la propia libertad y el autoconocimiento: primero sé libre, conócete y después ama. Hablamos de un amor incondicional a la totalidad del ser humano que tenemos delante, no de un amor fatuo hacia figuras esbeltas. El arte de amar desde la confianza en uno mismo, sin que eso implique menospreciar al otro, un amor desde la valentía y no desde la arrogancia.
Revisemos este breve poema de Fritzs Perls, fundador de la escuela de psicología Gestáltica, que pone de manifiesto algunas de estas fórmulas para el éxito en las parejas románticas sobre el amor propio y la libertad:
Yo soy yo y tú eres tu
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas y,
Tu no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tu eres tú y yo soy yo.
Si en algún momento o en algún punto nos encontramos,
y coincidimos, es hermoso.
Si no, pocas cosas tenemos que hacer juntos.
Tu eres tú y yo soy yo.
Falta de amor a mí mismo,
cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falta de amor a ti,
cuando intento que seas como yo quiero.
En vez de aceptarte como realmente eres.
Tu eres tú y yo soy yo.
Uno de los aspectos que vertebran este poema, es el de las fronteras existentes entre dos personas que se aman, haciendo hincapié en el concepto unitario de cada ser: “yo soy yo y tú eres tú”. Así y solo así será como podamos aprender a querernos. Sin fusionarnos, sin relaciones simbióticas, sin aprisionar al otro…“En el fondo el único modo de amar y ser amado es confiando en el otro, y esperando que nos ame porque le de la gana”
Acabemos ya con el tópico de la media naranja que nos complementa. “Tú eres tú y yo soy yo”. ¡Todos somos naranjas completas! No se puede pretender estar con una persona renunciando a tu propia identidad, a tu propio ser. De esta manera, desde la reciprocidad, las dos naranjas rodaremos mejor, juntos, por el camino de la vida. Así que primero puedes intentar aprender a ser feliz contigo mismo y luego podrás darle felicidad a los demás, cuida tu salud física y mental, crea una buena red de apoyo social, aprende cosas nuevas, diviértete, emociónate…
“Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas”. Permite la expansión del otro dentro de su propia vida, intereses, aficiones, creencias, etc. Cread un espacio común pero que permita la intimidad de cada cual, confía en la persona que tienes al lado.
A veces nos empeñamos en ser lo que la otra persona quiere que seamos o intentamos que la persona que tenemos al lado se ajuste a un ideal predeterminado. “Falto de amor a mí mismo, cuando en el intento de complacerte me traiciono”. Es importante tener una idea sobre lo que queremos en nuestra vida, que existan puntos en común en aspectos relevantes. Pero esto no significa esculpir a medida a nuestra pareja. Se trata de negociar, de comunicar, de transmitir, de permitir, de perdonar… Entregarse al otro sin renunciar a sí mismo.
Esto se podría explicar de forma gráfica y sencilla como:
Así que, para empezar a querer, quiérete. Para empezar a recibir, da. Para hacer sentir, siente y deja ‘sentir. Para hacer reír, ríe. Puedes empezar a construir tu vida cambiando tú, el cambio empieza en ti. Será entonces y solo entonces, probando nuevas maneras de hacer las cosas, cuando los problemas empiecen a solucionarse y cuando el cambio se produzca en el exterior también. Abandona tu zona de confort y afronta el miedo que ello implica, porque así podrás ser mejor persona, mejor pareja.
Alejandro Villena Moya
Coordinador de la Unidad de Sexología Clínica y Salud Sexual
Consulta Dr. Carlos Chiclana
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