A continuación se reproduce la entrevista realizada al Dr. Carlos Chiclana para el Sextante de Atresmedia:
Lo retrató magistralmente Fassbender en la cinta Shame. Se da más en hombres que en mujeres. Y también, más en solteros. Con la Red, el trastorno está aumentado: podría padecerlo un 8% de la población en general. Unos lo llaman adicción al sexo y otros, hipersexualidad, pero en todo caso y aunque tenga que ver con algo tan placentero como las relaciones sexuales, este trastorno es bien amargo para quienes lo sufren.
Pero, ¿de qué hablamos concretamente? Si recurre al sexo a su pesar y no es capaz de evitarlo, si de forma recurrente tiene fantasías sexuales, si el sexo pasa a convertirse en el centro de su vida e interfiere gravemente en lo cotidiano podría ser un sexadicto. Pero ojo: practicar mucho sexo no significa padecer de hipersexualidad, sino que esa conducta sexual esté fuera de control.
“El modelo adictivo clásico no permite entender qué le pasa a estas personas, por eso prefiero llamarlo hipersexualidad. La gente que la sufre se siente esclava, y detrás de esta válvula de escape hay otros problemas psicológicos. Un 75% presenta trastornos depresivos, déficit de atención e hiperactividad, ansiedad”, explica Carlos Chiclana, psiquiatra y autor del libro Atrapados en el sexo (Almuzara).
¿Qué perfil tienen los sexadictos? Hay más hombres que mujeres (por cada fémina que lo sufre, hay cinco varones) y con una edad media cercana a los 34 años. Es una problemática que va en aumento, pero es difícil dar cifras concretas: se estima que entre un 3% y un 8% de la población en general lo padece.
“Estoy en una reunión de trabajo y tengo que salir para masturbarme. Cuando tengo más tensión por viajes laborales, reuniones difíciles, cuando no puedo hacer lo que quiero, cuando me enfado con mis hijos, también. Siempre termino en lo mismo”, comenta M., uno de los pacientes del doctor Chiclana. A.
Otra de sus pacientes utiliza las relaciones sexuales como “quitapenas”: por haber tenido un mal día en el trabajo, por discutir con su madre o una amiga.
No para todos los médicos es un trastorno en sí mismo, de hecho no está incluido en el DSM, el manual de Diagnóstico y Tratamiento de Trastornos Mentales que sirve de referencia a los psiquiatras para hacer diagnósticos. Una de las pegas para incluirlo es el tema de cuál es la frecuencia sexual considerada como normal. “No me gusta aplicar lo del modelo adictivo a este trastorno: a un alcohólico le digo que huya de los bares, pero el sexo en sí mismo no es malo, no le puedo decir al paciente que huya de él”, aclara Chiclana.
No es fácil salir de esto, pero se sale: “Depende de la persona, pero el tratamiento puede durar unos tres años, de media”, dice Chiclana. Se va poco a poco, marcando objetivos muy concretos: por ejemplo, al enganchado al cibersexo se le elimina el acceso a Internet del móvil.
¿Cómo saber si lo eres? A continuación reproducimos los criterios del mayor experto en la materia en Usa, Patrick Carnes. Si cumples tres o más de ellos, conviene consultar con un profesional:
1.- Fracaso persistente en resistirse al impulso de llevar a cabo una conducta sexual.
2.- Frecuentemente dedica a la conducta sexual más tiempo del previsto o de forma más intensa de la deseada.
3.- Deseo persistente y esfuerzos infructuosos para parar, reducir o controlar los comportamientos sexuales.
4.- Dedicación de un enorme gasto de tiempo para obtener la conducta sexual, para dedicarse a ella o para recuperarse de ella.
5.- Preocupación por la conducta sexual o las actividades rituales previas.
6.- Frecuentemente participa en conductas sexuales cuando debería atender obligaciones laborales, académicas, domésticas o sociales.
7. Continúa con su conducta sexual a pesar de que es consciente de que tiene un problema social, económico, psicológico o físico que es causado o aumentado por la conducta sexual.
8. Necesita aumentar la intensidad, frecuencia, número de veces o riesgo de la conducta sexual para conseguir el efecto deseado, o disminuye el efecto de la conducta sexual cuando se realiza con el mismo nivel de intensidad, frecuencia, número de veces y riesgo.
9. Abandona o limita sus actividades sociales, laborales o de ocio por culpa de la conducta sexual.
10. Presenta malestar, ansiedad, inquietud, irritabilidad si no puede llevar a cabo la conducta sexual.
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